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La doble vía del perdón

“El perdón es algo que se pide, pero también se da. Con todo, para poder recibirlo debemos estar antes dispuestos a otorgarlo”

Ya hemos visto cómo, descontando el primer acto de perdón divino involucrado en la conversión; en el propósito de ser perdonados por Dios en nuestras posteriores confesiones diarias de pecados incluidas como un paso necesario en la oración modelo que conocemos como el Padre nuestro, Dios condiciona Su perdón a que nosotros también perdonemos a quienes nos han ofendido. Por eso, a la hora de orar y pedir perdón a Dios, Él no nos deja más opción que tomar la iniciativa para resolver hasta donde dependa de nosotros cualquier conflicto interpersonal del que seamos conscientes: “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos” (Romanos 12:18), tanto si somos los ofensores: “»Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24); como si somos los ofendidos: “»Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta…” (Mateo 18:15). Y al margen de que nuestro hermano reconozca o no su falta y nos pida perdón por ella –algo que definitivamente no depende de nosotros− debemos reducir al mínimo nuestras expectativas al respecto para poder, en el peor de los casos, perdonarlo de cualquier modo delante de Dios en la privacidad e intimidad de la oración personal, conforme a la instrucción divina: “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados” (Marcos 11:25-26)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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