En el marco de la paradoja evangélica por la cual el Señor Jesucristo anunció que Él había venido al mundo para que los ciegos vieran y los que ven se queden ciegos; es, pues, preferible ser ciego para llegar a ver, que pretender ver, permaneciendo, por lo mismo, ciegos. Así le sucedió, de manera literal, al antiguo perseguidor de los cristianos, el fariseo Saulo de Tarso, que en el camino a Damasco y pretendiendo ver con claridad en su empeño de destruir el cristianismo, en realidad estaba ciego hasta que la luz deslumbrante del Señor Jesucristo le salió al paso derribándolo y curando su ceguera espiritual, otorgándole así la visión de Dios para su vida, transformándolo en Pablo, el apóstol de los gentiles, pero al costo de quedar físicamente ciego durante tres días, según consta en el libro de los Hechos de los Apóstoles: “En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: -Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? -¿Quién eres, Señor? -preguntó. -Yo soy Jesús, a quien tú persigues -le contestó la voz-. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer. Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Estuvo ciego tres días, sin comer ni beber nada” (Hechos 9:3-9, 17), hasta que Dios le devolvió también la visión física por intermedio de Ananías, confirmándole de forma precisa el propósito para el cuál Él lo había elegido y designado.
Ciegos que pretenden ver
29 septiembre, 2022
2 Lectura mínima
“En relación con nuestro destino eterno es más importante obtener la visión espiritual de Cristo que conservar la vista física”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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