En la Biblia la palabra “abismo” es utilizada para evocar indistintamente y al mismo tiempo un lugar de juicio y de castigo y un estado de vértigo estremecedor en el que prevalece el sin sentido, el absurdo, la agonía y el dolor permanente, muy afín al “llanto y rechinar de dientes” de los que nos advierte el Señor en el evangelio. Pero contrario a lo que podría pensarse y a diferencia de lo sucedido con los ángeles rebeldes, Dios no nos arroja al abismo sino que nosotros, al ceder al engaño de la egocéntrica autonomía y la soberbia autosuficiencia ciega a la revelación divina, terminamos apartándonos, alejándonos y renegando de Dios de manera gradual y creciente para irnos deslizando en vida y por voluntad propia en el abismo y, peor aún, acostumbrándonos a él. Por eso, el clamor más auténtico es el que procede del que toma conciencia de haberse deslizado al abismo de manera culpable pero desea con todas sus fuerzas aferrarse a Dios para poder salir de allí y apela a Él con total honestidad y dócil rendición con las palabras de esa breve pero sentida y conocida oración bíblica llamada de profundis en el libro de los salmos: “A ti,Señor, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo” (Salmo 130:1). Y es que la sentencia final que condena a alguien al abismo de forma definitiva es una simple expresión del respeto de Dios al albedrío humano que elige en vida deslizarse al abismo e instalarse en él. Así, pues, al final, más que condenar a los no creyentes, lo que Dios hace es concederle para siempre a cada quien lo que cada cual eligió en esta vida y nada más.
Tomando conciencia del abismo
27 mayo, 2021
2 Lectura mínima
“El auténtico clamor existencial es el de quien toma conciencia de haberse deslizado al abismo pero no se acostumbra nunca a él”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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