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Sembrando justicia, cosechando amor

“No podemos pretender cosechar fruto donde ni siquiera hemos sembrado, ni tampoco sembrar dónde hemos inutilizado el terreno”

Los tiempos actuales se caracterizan por brindar una educación altamente especializada y de gran nivel en los aspectos cognoscitivos y tecnológicos, pero totalmente raquítica en los aspectos éticos y en lo que concierne a los principios y valores; sólo para estarnos rasgando luego las vestiduras por los sonados y cada vez más frecuentes casos de corrupción protagonizados por los miembros de estas altamente profesionalizadas élites educadas, como si pudiéramos exigirles fruto en estas áreas en las que ni siquiera hemos sembrado y en las que con mucha probabilidad, hemos incluso echado a perder el terreno, olvidando que, como lo dice el dicho:“no le podemos pedir peras al olmo”. Ya en su momento el Señor Jesucristo denunció la incongruencia de los fariseos al no “rajar, ni prestar el hacha”: “»¡Ay de ustedes, expertos en la ley!, porque se han adueñado de la llave del conocimiento. Ustedes mismos no han entrado, y a los que querían entrar les han cerrado el paso»” (Lucas 11:52), imponiendo deberes sin garantizar derechos. O aun reclamando derechos sin cumplir deberes. La crisis de la responsabilidad en todas sus formas. Lamentando el estado del mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos, sin reparar primero en qué clase de hijos le vamos a dejar al mundo. Exigiendo fruto no sólo donde no hemos sembrado sino, peor aún, donde hemos esterilizado previamente. Por eso: “¡Siembren para ustedes justicia! ¡Cosechen el fruto del amor, y pónganse a labrar el barbecho! ¡Ya es tiempo de buscar al Señor!, hasta que él venga y les envíe lluvias de justicia” (Oseas 10:12)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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