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Langostas, larvas y orugas

“Cuando nos alejamos de Dios renegando sutilmente de él, nuestra vida será sin duda alguna cada vez más pobre, yendo de mal en peor”

El alejamiento de Dios no es algo que sucede de la noche a la mañana y de manera abrupta, como si hoy estuviéramos apegados estrechamente a Él y mañana nos encontráramos renegando abiertamente de Él. Es más bien un proceso gradual, lento y en gran medida inadvertido, por el que vamos descuidando cada vez más los compromisos de la fe −tanto en sus aspectos más significativos y prioritarios, como en los asuntos periféricos también propios de ella, caracterizados por los pequeños detalles que requieren por igual nuestra atención−, hasta terminar abandonándolos por completo, a veces de manera irreversible, a semejanza del experimento de la rana colocada en un recipiente con agua que se va calentando a fuego muy lento hasta que la rana muere cocinada viva, pero sin intentar en ningún momento escapar ni adquirir conciencia del peligro inminente en el que se encuentra, sino flotando quieta y plácidamente en la superficie del agua, adormeciéndose poco a poco hasta morir. Uno de los síntomas de este abandono progresivo al que deberíamos, por tanto, prestar atención para corregirlo cuanto antes es el consecuente deterioro y creciente esterilidad de nuestras vidas, descrito gráficamente por el profeta haciendo literal alusión al lamentable estado final en el que una invasión de langostas puede llegar a dejar a quienes son víctimas de ella: “Lo que dejaron las langostas grandes, lo devoraron las langostas pequeñas; lo que dejaron las langostas pequeñas se lo comieron las larvas; y lo que dejaron las larvas se lo comieron las orugas” (Joel 1:4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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