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Seguridad o confianza

“El mundo afirma que ‘seguro mata a confianza’, pero Dios afirma que nuestra confianza en Él es la base de nuestra seguridad”

Una de las presunciones a las que los seres humanos somos dados es a pensar que las circunstancias favorables en la vida, cuando se presentan o las alcanzamos, van desde entonces a permanecer y a prolongarse indefinidamente hasta nuestra muerte. De hecho, la irrupción de la muerte misma nos muestra la falsedad de esta presunción. Porque en realidad, esto no es más que pensar con el deseo. Y lo peor en medio de esto, es que a partir de entonces colocamos nuestra confianza en la presunta permanencia de nuestras bendiciones y no en Dios, que es Quien bendice. Porque las seguridades materiales y terrenales que obtenemos o alcanzamos son siempre muy frágiles y están lejos de ser ciento por ciento seguras, por más control que creamos engañosamente poseer sobre ellas, pues siempre habrá muchísimas variables que están más allá de él y solo unas pocas que si lo están, que nunca serán suficientes para poder sortear las eventuales e indeseables contingencias que se nos puedan presentar. Por eso el dicho que afirma que “seguro mata a confianza”, por razonable que sea hasta cierto punto, al final es engañoso, pues la confianza del creyente está ante todo en su fe en Dios en la persona de Cristo, Quien es el ancla firme y segura que tenemos en medio de las agitaciones y cambios de la vida, como lo declara bien el autor sagrado: “… Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Hebreos 6:16-20)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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