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Sabiduría y prudencia

“Hay personas cuyo mayor atractivo radica en permanecer callados, pues irradian simpatía hasta el momento en que deciden hablar”

La necedad es una condición que la Biblia censura y condena de muchas maneras, en especial en los libros sapienciales del Antiguo Testamento, es decir los que tienen el propósito de fomentar en sus lectores la adquisición de sabiduría, destacándose entre ellos el libro de los Proverbios del rey Salomón. Y si bien la necedad hace referencia a la actitud que caracteriza a alguien en sus actos y palabras por igual, las palabras son de manera especial una de las más claras demostraciones de la necedad en la que una persona incurre. No podría ser de otro modo, pues lo que decimos termina más temprano que tarde manifestando lo que somos, por lo que un necio que guarda silencio puede pasar desapercibido y sin ponerse en evidencia ante quienes lo escuchan, siendo así que mientras no hable, un necio puede incluso ser tenido por sabio. De hecho, el que un necio guarde silencio ya es un indicio de que puede estar dejando atrás su necedad y comenzando a adquirir sabiduría, pues para el necio típico guardar silencio no suele formar parte de sus opciones debido a que la prudencia y la discreción no se llevan bien con la necedad. Además, el necio carece de la humildad necesaria para reconocer que no todo lo sabe, ni mucho menos para considerar que incluso lo que cree saber tal vez no lo sabe de manera correcta y es, entonces, dado a pontificar sobre lo humano y lo divino con actitudes dogmáticas, a pesar de su pasmosa ignorancia sobre muchos de los temas que aborda. Por eso: “Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca” (Proverbios 17:28)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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