Sostenía el teólogo Dietrich Bonhoeffer que: “El primer servicio que uno debe a otro en la comunidad consiste en escucharlo”. En este orden de ideas, se dice que Dios dio al ser humano dos oídos y una boca porque deseaba que estuviera más dispuesto a escuchar que a hablar. Pero, además de ello, el disponer de dos oídos tiene otras aplicaciones más concretas que la Biblia revela, y que explican la insistente y aparentemente perogrullesca advertencia del Señor a su pueblo en el evangelio en el sentido que: “El que tenga oídos, que oiga”. Y es que para que la iglesia pueda actuar eficientemente en el mundo y comunicarle con eficacia el evangelio, es imprescindible que antes de ello escuche cuidadosamente con ambos oídos, aplicando uno de ellos a oír con avidez, respeto y profundidad la Palabra de Dios y el otro a escuchar al mundo al cual ha sido enviada para comprenderlo y poder responder a sus necesidades y problemas mostrando la pertinencia del evangelio. No escuchar en alguno de estos dos sentidos puede llevarnos al extravío al perder los referentes seguros que encontramos en las Escrituras, o a dar la impresión de que la Biblia es obsoleta y ya no tiene nada que decirle al hombre de hoy. En síntesis y dado que escuchar es necesario para llegar comprender verdaderamente, tener dos oídos nos permite oír atentamente a ambas partes involucradas en una discusión, antes de poder esclarecerla y resolverla sabia, justa y satisfactoriamente, puesto que: “El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta” (Proverbios 18:17)
Escuchando con los dos oídos
2 julio, 2021
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“Disponer de dos oídos puede indicar también la necesidad de oír a ambos lados de la discusión para poder resolverla con justicia”.
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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