Muchas personas lamentan su mala fortuna culpando de su fracaso en la vida al hecho de no haber tenido las oportunidades o los golpes de suerte de los que dispuso la gente de éxito. En otro segmento anterior ya aclarábamos que este tipo de explicaciones no son más que excusas, pues la suerte no es un asunto del azar sino el designio de un Dios bueno y justo. Pero ahora debemos añadir que, en realidad, el fracaso o el éxito en la vida no está determinado propiamente por la carencia o abundancia de oportunidades sino por el buen uso de ellas cuando hacen aparición. El tenor lírico Ramón Vargas pasó un buen tiempo a la sombra de Luciano Pavarotti, como su eventual e inminente suplente. Cuando en cierta oportunidad Pavarotti no pudo cumplir su compromiso, el mundo conoció las capacidades de Ramón Vargas que comenzó desde entonces a brillar con luz propia. Cuando se le preguntó cuál había sido la clave de su éxito respondió: “A todo el mundo le llega la oportunidad. Lo importante es estar preparado para tomarla”. He ahí, pues el meollo: estar preparado para aprovechar el momento oportuno cuando se presenta y no dejarlo pasar de largo. El aprovechamiento de las oportunidades depende, entonces, fundamentalmente de saber identificarlas cuando se presentan y estar preparado en obediencia para tomarlas, pues las oportunidades también son una forma de mandato que hay que saber obedecer en su momento, pues: “El que acata sus órdenes no sufrirá daño alguno. El corazón sabio sabe cuándo y cómo acatarlas” (Eclesiastés 8:5)
Sabiduría, momento y modo
4 agosto, 2021
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“El sabio se caracteriza porque sabe identificar cuándo y cómo acatar la voluntad de Dios en su vida y obtener el provecho de ello”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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