Restaurar es recuperar o recobrar la forma original ideal mediante un proceso de reparación o renovación emprendido por alguien con el propósito de devolver al objeto restaurado el estado o la estimación que antes tenía o estaba llamado a tener. Israel como nación experimentó un visible proceso de restauración cuando, luego de ser derrotados y conquistados sucesivamente por los grandes imperios asirio y babilónico de la antigüedad, con la consiguiente deportación de sus habitantes y la destrucción de su capital Jerusalén y del templo de Dios en ella; gracias a la intervención de Dios pudieron regresar luego a reconstruir la ciudad y el templo y emprender el consecuente restablecimiento político y territorial de la nación tal y como la encontramos en el Nuevo Testamento, proceso que el salmista agradece así: “Señor, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya al restaurar a Jacob” (Salmo 85:1). Posteriormente, cuando los judíos se levantaron contra los romanos, estos los derrotaron de nuevo en el año 70 d.C. destruyendo una vez más el templo y arrasando a Jerusalén, siendo expulsados definitivamente de ella por el emperador Adriano en el año 135 d. C. con el aplastamiento de la rebelión liderada por Bar Kojba a quien muchos judíos consideraron el mesías, justificando el clamor posterior del salmista: “Restáuranos una vez más, Dios y salvador nuestro…” (v. 4). En cuanto al creyente, su restauración comienza con la conversión y por accidentada y llena de altibajos que pueda ser en el curso de esta vida, será lograda plena y definitivamente con el regreso de Cristo
Restáuranos una vez más
"La restauración es un acto particular del bondadoso trato de Dios con Su pueblo que muestra que aunque nosotros seamos infieles, Él es siempre fiel”






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