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Respondiendo como corresponde

“El respeto, tolerancia y consideración a las ideas ajenas no significa contemporizar ni tener que estar de acuerdo con ellas”

“El que calla otorga”, reza la sabiduría popular. Sentencia que tiene especial validez ante las afirmaciones pronunciadas por los necios. Por eso, sin perjuicio del respeto, tolerancia y consideración que le debemos a las opiniones de los demás, no podemos permanecer callados antes sus pronunciamientos cuando, además de ser rotundos, son abiertamente contrarios a la verdad y podemos desmentirlos y dejarlos en evidencia. Si bien la sabiduría popular también sostiene que: “a palabras necias, oídos sordos”, eso no significa necesariamente que nos quedemos callados, sino que evitemos caer en el juego del necio de las provocaciones, las ofensas y los argumentos acalorados y carentes de fundamento real a los que suele siempre querer conducir cualquier debate legítimo para que degenere en discusión. No en vano Mark Twain decía: “Nunca discutas con gente estúpida, te arrastrarán a su nivel y entonces te ganarán por experiencia”. Más bien, si se requiere, debemos responder al necio con cabeza fría y argumentos sólidos, ceñidos a la verdad de los hechos, de la razón y de la experiencia −como lo hace la Biblia cuando es bien interpretada− y expuestos, además de manera metódica y convincente, evitando las desviaciones y los ataques personales a los que recurren los necios cuando se ven expuestos. Se entiende, entonces, porque el libro de Proverbios nos hace esta paradójica recomendación: “No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio” (Proverbios 26:4-5)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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