El mundo tiende a nivelarse por lo bajo, en el nivel de la mediocridad, al afirmar: “pero si todo el mundo lo hace”, como justificación para todo tipo de acciones censurables desde el punto de vista de la ética más elemental, como si esto fuera razón suficiente para imitar este tipo de conductas sin culpa. Pero lo malo no deja de serlo por el simple hecho de que todo el mundo lo haga. Al igual que, como lo decía Milhor Fernándes: “Una creencia no es más verdadera por ser unánime, ni es menos verdadera por ser solitaria”, así tampoco una acción incorrecta se transforma en correcta por el hecho de que todos lo hagan. Porque en último término tal vez podamos acallar un poco nuestra conciencia individual apelando a las costumbres socialmente generalizadas, pero a Dios nunca lo engañaremos al respecto. Tal vez por eso, refiriéndose a la moral social, alguien dijera que la moral es la conciencia de quienes no tienen conciencia, pues la han sacrificado en el altar de la mediocridad social a la que se han plegado dócilmente. Y la mediocridad es tan detestable que si bien hay gente cuya presunta bondad y justicia está muy lejos de alcanzarles para salvarse, al mismo tiempo su maldad escasamente les alcanza para condenarse, pues no son malos empedernidos ni fría y calculadoramente perversos, sino “gente de bien” que hace lo que todo el mundo hace. Debemos, por tanto, recordar que hay linderos éticos cuya violación no se puede justificar en ninguna época ni bajo ninguna circunstancia. Por eso: “No cambies de lugar los linderos antiguos que establecieron tus antepasados ” (Proverbios 22:28)
Respetando los linderos
8 julio, 2021
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“En el propósito de no conformarnos a la mediocridad del mundo debemos recordar que hay líneas que no se deben cruzar”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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