La doctrina exclusivamente cristiana del pecado original establece un hecho universal que se ha podido verificar en cualquier momento y lugar de la historia: nacemos con una inclinación natural hacia la desobediencia y el pecado que únicamente puede modificarse mediante una firme, sabia y amorosa disciplina correctiva, destacándose por encima de todas la que provee el evangelio de Cristo. De no mediar esta disciplina para que logremos ejercer un satisfactorio control y dominio sobre esta inclinación natural, ésta no desaparece, sino que se incrementa y se camufla en el mejor de los casos, manifestándose de una manera soterrada e insidiosa a través de prácticas mucho más elaboradas, sutiles y peligrosas que la candorosa y fácilmente visible desobediencia del niño. Es así como la desobediencia, el pecado y la maldad humana adquiere en los adultos formas mucho más refinadas y sofisticadas cuyos perjuicios son exponencialmente mayores que los ocasionados por la desobediencia de los niños, edad en la que es, por tanto, mucho más fácil corregirlos para no tener que lamentarlo posteriormente. Tal vez es a esto a lo que se refiere Salomón cuando aconseja: “Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte” (Proverbios 19:18). En efecto, si no corregimos a nuestros hijos desde niños, tendremos después que lamentarnos cuando, como adultos, tengan que enfrentar de manera más dolorosa las consecuencias de su desobediencia, pues: “La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige” (Proverbios 22:15)
Los niños y la disciplina correctiva
7 julio, 2021
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“La inclinación del niño al pecado no desaparece en el adulto sin corrección, sino que se vuelve más sutil, refinada y peligrosa”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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