Decía Serge Bouchard que: “El sol nos da la luz, pero la luna nos inspira. Quien mira al sol sin protegerse los ojos, enceguece. Quien contempla la luna durante largo rato sin cubrirse los ojos, se vuelve poeta”. Así, en su propósito de iluminar al mundo, la iglesia debe recordar que no posee luz propia y que sólo puede alumbrar en la medida en que refleje con éxito la luz que proviene de la fuente verdadera: Dios en la persona de Cristo, el Verbo de Dios al que el apóstol Juan se refirió diciendo: “Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo” (Juan 1:9). Cristo es, pues, el “Sol de justicia” anunciado por el profeta Malaquías, fuente inagotable de luz, y nosotros somos, a semejanza de la luna, seres llamados a reflejar su luz, como espejos. En la antigüedad estos eran de bronce o metal pulido dando por ello un reflejo atenuado, menos claro y luminoso que el que caracteriza a los actuales espejos de vidrio, como lo afirma el apóstol: “Ahora vemos por espejo, oscuramente…” (1 Corintios 13:12), añadiendo luego: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18). Los cristianos, a pesar de nuestras imperfecciones, estamos llamados a iluminar como la luna para inspirar a los que nos observan a imitarnos y buscar la luz del sol de la que nuestro brillo procede. Por tanto: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que… puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mateo 5:16)
Reflejando la luz como un espejo
10 enero, 2022
2 Lectura mínima
“Que nuestras acciones puedan, a pesar de nuestras imperfecciones, reflejar el carácter de Cristo para poder inspirar a los demás”
También te puede interesar
Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
Deja tu comentario