La existencia humana es problemática. Y en la medida en que crece y adquiere así cada vez más conciencia de las cosas, todo ser humano debe afrontar y resolver las problemáticas que se le presenten, asumiendo su responsabilidad personal en el asunto, tanto en las que son producto de circunstancias que lo afectan pero de las cuales no es culpable al no ser su causante claro y directo; como en especial en aquellas que son resultado directo de sus propias decisiones más o menos acertadas con su correspondiente carga de culpabilidad. En cualquier caso, nuestros problemas pueden llegar a adquirir una gravedad y complejidad tales que terminen abrumándonos y superando de lejos nuestra capacidad para resolverlos satisfactoriamente, llevando en algunos casos a las personas a la ansiedad crónica, la angustia, la impotencia, la depresión e incluso el suicidio. Pero este cuadro sombrío y desalentador en el que nuestros problemas nos superan por completo, cambia drásticamente mediante la fe que introduce y comienza a ver a Dios dentro del cuadro en la persona de Cristo, pues no hay ningún problema más grande que Él y su inagotable poder, sabiduría y capacidad para resolverlo, como lo declaró el profeta Jeremías cuando se encontraba perseguido y asediado por los poderes unidos de reyes y sacerdotes, no obstante lo cual pudo declarar con convicción: “‘Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso; por eso los que me persiguen caerán y no podrán prevalecer, fracasarán y quedarán avergonzados. Eterna será su deshonra; jamás será olvidada” (Jeremías 20:11)
Problemas humanos, soluciones divinas
8 octubre, 2021
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“Los problemas pueden adquirir un tamaño que exceda nuestra capacidad para afrontarlos, pero no la de Cristo para solucionarlos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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