Volviendo con la ignorancia como problemática ya abordada desde diferentes frentes en otros segmentos anteriores; la expresión más común por la que intentamos sin éxito hacer de ella una excusa o pretexto que nos exima de culpa es: “yo no sabía” o “fue sin querer o sin intención”. Pero de ser ciertas, lo único que este tipo de expresiones logra es eliminar lo que en el campo del derecho se denomina “dolo”, es decir la voluntad deliberada de hacer algo que se sabe incorrecto y perjudicial para los demás; pero no la culpa, pues ésta no desaparece sino que tan solo se atenúa un poco pasando desde la gravedad de lo que en lenguaje jurídico se designa como un “delito doloso” a un menos grave “delito culposo” por el que, de todos modos, se debe ser castigado. La ignorancia no es, pues, excusa, como nos lo recuerda sentenciosamente la Biblia: “No permitas que tu boca te haga pecar, ni digas luego ante el mensajero de Dios que lo hiciste sin querer. ¿Por qué ha de enojarse Dios por lo que dices, y destruir el fruto de tu trabajo?… »El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aún más” (Eclesiastés 5:6; Lucas 12:47-48). Al fin y al cabo en relación con Dios todos los seres humanos sin excepción tenemos el suficiente conocimiento intuitivo e innato sobre Él como para quedar sin excusa delante de Él si no lo tomamos en cuenta con la seriedad debida.
Pretextos, excusas y atenuantes
29 julio, 2021
2 Lectura mínima
“‘Yo no sabía’ y ‘fue sin querer’ son excusas que, cuando mucho, lo único que logran ante Dios es atenuar el castigo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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