Alejarnos abierta o inadvertidamente de Dios es siempre una posibilidad real que todos tenemos delante de nosotros. Esto sucede con mayor facilidad de lo que creemos, pues es la tendencia de nuestra naturaleza caída y tiene lugar cuando decidimos no tomarlo en cuenta como es debido, relegándolo a lugares secundarios en nuestra vida o, peor aún, viviendo como si Él no existiera. Estas actitudes nos ponen por fuera y en contravía con la voluntad de Dios y nos arrojan a la desobediencia a sus preceptos con todas las consecuencias indeseables y dolorosas que esto tiene para nuestra calidad de vida. Así, pues, cuando menos lo imaginamos podemos llegar a encontrarnos por fuera y muy alejados de la voluntad de Dios, para nuestro propio perjuicio. Sin embargo, dado que Dios es inmanente, es decir que de un modo u otro se halla siempre presente en todos los seres por Él creados como el fundamento que les permite continuar existiendo, por muy alejados que se encuentren de su voluntad; no hay alejamiento de Dios que nos ponga por completo fuera de su alcance. Por eso, por mucho que nos alejemos de la voluntad de Dios siempre podremos regresar a Él en la medida en que Él siempre se encuentra presente en cada uno de nosotros y al alcance de la oración humilde de un corazón contrito y quebrantado, llevándonos a declarar por experiencia propia: “¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?… Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas… ni las tinieblas serían oscuras para ti…. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!” (Salmo 139:7-12)
Perdidos fuera de la voluntad de Dios
6 junio, 2021
2 Lectura mínima
“De seguro nuestras decisiones pueden conducirnos fuera de la voluntad de Dios, pero nunca nos pondrán más allá de Su alcance”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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