La oposición cerrada que el cristianismo ejerce en contra del aborto provocado y toda forma de asesinato por el que los seres humanos disponen de la vida de sus semejantes de forma arbitraria −descontando aquí las ejecuciones legales basadas en una estricta justicia retributiva y las bajas sufridas en el frente de batalla de una guerra cualquiera por parte de los ejércitos en contienda− se basa en la sacralidad de la vida humana. En efecto, en la óptica judeocristiana basada en la Biblia la vida humana es sagrada desde el mismo momento de la concepción, pues es el resultado culminante de la libre y amorosa actividad creadora de un Dios Santo cuya inteligencia rebasa con creces toda medida; plasmada de manera especial en la complejidad, individualidad y los detalles presentes en cada ser humano en particular que hacen de cada uno de nosotros seres únicos e irrepetibles, no obstante los estragos que la caída en pecado de nuestros primeros padres pueda haber infligido a este cuadro, que sigue por tanto siendo admirable y maravilloso, como lo concluye el rey David al declarar:“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas,y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando,aunque no existía uno solo de ellos” (Salmo 139:13-16)
La sacralidad de la vida humana
7 junio, 2021
2 Lectura mínima
“Toda vida humana es diseño y creación original de Dios, por lo que ningún ser humano puede disponer de ella a su antojo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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