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Oración: nuestra primera opción

“No hay mandamiento al respecto, pero si oramos al final del día parecerá recurso de última hora y no nuestra principal opción”

La oración requiere concentración y, como tal, no es muy sabio relegarla para la hora de acostarse. Si bien la Biblia no establece por norma un momento determinado del día para destinarlo a la oración devocional, la experiencia cristiana y el sentido común nos indican que restringir la oración habitual y cotidiana a los últimos momentos del día no es, salvo casos de excepción, lo más conveniente debido, por una parte, a que la capacidad de atención y concentración está ya muy mermada por el cansancio y los rigores de la jornada laboral, de lo cual se sigue que a estas alturas acudimos a Dios con nuestros restos en vez de ofrecerle lo primero y lo mejor, situación que nos recuerda el contraste entre la ofrenda de Abel y la de su hermano Caín, el primero de los cuales, −según se narra en Génesis 4:3-5−, “presentó al Señor lo mejor de su rebaño”, mientras que el segundo tan sólo trajo “una ofrenda del fruto de la tierra”, detalle que parece haber incidido en el hecho de que el Señor mirara “con agrado a Abel y a su ofrenda” pero no hiciera lo mismo con la de Caín. Por otra parte, dejar la oración para el final del día puede dar la impresión de que ésta es un recurso de último momento, contrario a lo afirmado en las Escrituras en el sentido de que la oración debe ser la primera y continua instancia de apelación a Dios y expresión de humilde dependencia de Él en toda circunstancia, razón por la cual la Biblia favorece las horas de la mañana para acudir a Dios en oración: “Muy de mañana me levanto a pedir ayuda; en tus palabras he puesto mi esperanza” (Salmo 119:147)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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