En las sociedades orientales el respeto que alguien merece y la dignidad que ostenta es proporcional a su edad siendo, por tanto, los ancianos quienes ostentan la mayor dignidad y merecen el mayor respeto. No es, pues, extraño que el cristianismo haya heredado del judaísmo su alto aprecio por la edad. En efecto, los líderes de Israel eran los ancianos del pueblo y posteriormente la iglesia cristiana designó a sus propios dirigentes con el título formal de “ancianos” o presbíteros, con independencia de la edad, como un reconocimiento a la sabiduría y dignidad usualmente adquiridas con la experiencia de los años, que debería reflejarse en todos ellos. Esta convicción ha dado origen a refranes populares como el que dice que: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. En la cultura judía el disfrutar de una larga vida siempre ha sido considerado como una señal de bendición, pero hay que precisar que la vejez no constituye ventaja alguna si no se llega a ella en el camino de la justicia. El valor de la longevidad radica entonces en la sabiduría que otorga, que enriquece notoriamente la condición humana al margen de los años que se tengan, dándole la razón a Diógenes cuando decía que “la sabiduría sirve de freno a la juventud, de consuelo a los viejos, de riqueza a los pobres y de ornato a los ricos”. Porque, sin perjuicio de la experiencia que la edad otorga, al hacer de la Biblia nuestra norma de vida se puede ser joven y sabio al mismo tiempo para declarar: “Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos” (Salmo 119:100)
La edad y la sabiduría
23 mayo, 2021
2 Lectura mínima
“No hay que llegar a viejo para ser sabio. Se puede ser más sabio que los viejos si aprendemos temprano a obedecer a Dios”
También te puede interesar
Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
Deja tu comentario