Afirmaba Armando Fuentes Aguirre: “… porque hay luz hay sombras. Si dejamos de ver la sombra y alzamos la mirada… veré mi luz”. Y es que una sombra puede evocar realidades muy diferentes entre sí. Por una parte puede brindar abrigo, protección y refugio contra las inclemencias del tiempo y de la vida, pero por otro lado puede representar situaciones de aflicción, angustia y desesperanza extrema, designadas en la Biblia con expresiones como “sombras tenebrosas”, sugiriendo con ello la idea de tinieblas y ausencia de luz. Es evidente que no toda sombra confiere una protección segura y confiable, de donde adquiere su dosis de verdad el viejo refrán que dice: “El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”, idea ya presente en las Escrituras en las palabras del salmista cuando declara: “El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso” (Salmo 91:1), beneficio que obtienen quienes ponen su fe y confianza en Dios y le brindan obediencia. Por eso, si nos encontramos bajo sombras amenazantes no debemos olvidar que las mismas sombras son consecuencia de la luz que brilla más allá y que sólo puede ser opacada de forma pasajera, pues: “Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla” (Juan 1:5). Por lo tanto es necesario que el creyente “camine por la sombra”, pero no con el vano propósito de encubrirse ocultándose de la luz, sino con el fin de contar con la protección más eficaz de todas: “El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche” (Salmo 121:5-6)
Dios: luz y sombra
25 mayo, 2021
2 Lectura mínima
“El creyente debe andar por la sombra, pero no para esconderse de forma sospechosa, sino para contar con la protección de Dios”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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