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Mil años son como el día de ayer

"La teoría de la relatividad hace que para nosotros el tiempo sea relativamente absoluto, pero para Dios, por el contrario, es absolutamente relativo”

Si bien hemos señalado que la Biblia no es un libro de ciencia y no podemos acercarnos a ella pretendiendo encontrar explicaciones ni descripciones científicas de ninguno de los hechos que la ciencia estudia, sus declaraciones no riñen en realidad con ella en la medida en que se interpreten correctamente con una hermenéutica que distinga los diversos géneros literarios que encontramos en ella y el lenguaje figurado que caracteriza a algunos de estos géneros como la poesía, por ejemplo, o el lenguaje coloquialmente descriptivo de las narraciones antiguas en prosa, entre otros. Sin embargo, hay una sugestiva declaración poética en los salmos en la pluma de Moisés que dice: “Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como una vigilia de la noche” (Salmo 90:4), afirmación que hoy por hoy nos remite de manera inevitable a la relatividad del tiempo que la ciencia ha podido establecer mediante la teoría de la relatividad de Einstein, no solo en la apreciación subjetiva que podemos tener del paso del tiempo que puede parecer muy rápido cuando nos estamos divirtiendo, pero muy lento cuando estamos esperando, sino en la realidad física en que se ha logrado establecer que bajo ciertas condiciones el tiempo pasa más lento que en otras. Sea como fuere, esta declaración bíblica nos recuerda que el tiempo no impone a Dios restricciones ni limitaciones de ningún tipo como a nosotros, seres temporales sometidos a él, pues el tiempo mismo es una creación de Dios y como tal Él se encuentra más allá y por encima de él en una especie de, si se quiere, eterno presente

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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