La magia y la superstición buscan “doblarle el brazo” a Dios para forzarlo a favorecernos en nuestras circunstancias inmediatas, al margen del mal estado en que se encuentre nuestra relación con Él en lo que tiene que ver con nuestra deficiente obediencia y sujeción a Su voluntad. Y debido a que Dios en su soberanía, santidad y justicia no se va a prestar nunca a este tipo de presunciones ni a dejarse manipular del hombre de manera infantil, no sólo prohíbe y condena categóricamente este tipo de prácticas en la Biblia, sino que se encarga de desmentirlas a la menor oportunidad, como cuando el desobediente pueblo de Israel pretendió derrotar al ejército filisteo llevando al campo de batalla con actitud supersticiosa el arca del pacto del Señor a través de la cual Su presencia se manifestaba, sufriendo una contundente derrota al ser desaprobados por Dios: “Cuando el ejército regresó al campamento, los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado hoy el Señor por medio de los filisteos? Traigamos el arca del pacto del Señor, que está en Siló, para que nos acompañe y nos salve del poder de nuestros enemigos.» Así que enviaron un destacamento a Siló para sacar de allá el arca del pacto del Señor Todopoderoso… ¡Ánimo, filisteos! Si no quieren llegar a ser esclavos de los hebreos, tal como ellos lo han sido de nosotros, ¡ármense de valor y luchen como hombres!» Entonces los filisteos se lanzaron al ataque y derrotaron a los israelitas, los cuales huyeron en desbandada. La matanza fue terrible, pues de los israelitas cayeron treinta mil soldados de infantería” (1 Samuel 4:3-10)
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