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Segmentos

Los sueños y el Espíritu Santo

“La presencia permanente del Espíritu Santo en la iglesia nos lleva a no dejar de soñar y trabajar con la visión de un mundo mejor”

En Pentecostés la naciente iglesia experimentó un hecho que se constituyó en un hito, marcando un antes y un después maravilloso en su historia: el derramamiento prometido del Espíritu Santo sobre todos y cada uno de los creyentes para morar en ellos de forma permanente y dotarlos con poder para vivir la vida cristiana como Dios manda. Este fundamental suceso fue el cumplimiento de una profecía anunciada en estos términos: “»Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes” (Joel 2:28). La experiencia pentecostal es desde entonces, normativa y universal, abarcando a los auténticos creyentes en Cristo de todas las épocas y procedencias, al margen de la manifestación de los dones sobrenaturales del Espíritu Santo en la que se enfocan de manera estrecha, excluyente y obsesiva los sectores pentecostales y carismáticos de la iglesia actual, con el aparatoso don de lenguas a la cabeza. Dones que no todos los cristianos reciben ni manifiestan, sin que ello implique que el Espíritu santo no more en ellos capacitándolos para vivir de manera consecuente con lo que creen, mostrando el fruto del Espíritu en sus vidas, pues la repartición de dones sobrenaturales es potestativa de Dios y no depende del deseo humano, sino de la voluntad soberana de Dios. Pero los sueños de vida esperanzadores y la visión de un mundo mejor si debe acompañar siempre a los creyentes sin excepción como estímulo y motivación que el Espíritu Santo otorga e imprime a nuestras vidas

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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