Se dice que mientras hay vida hay esperanza. Pero en relación con Dios y nuestra posibilidad de volvernos a él con arrepentimiento y fe para reconciliarnos con Él en Cristo, esta posibilidad puede perderse en vida de la persona y no necesariamente con su muerte. Los cananeos, por ejemplo, fueron exterminados por Dios a manos de los israelitas en la conquista de la tierra prometida debido a que, lejos de ser un dechado de virtudes, sus pecados y nivel de extravío y degradación moral habían llegado al colmo de la tolerancia y la paciencia divina y habían pasado ya un punto de no retorno en el que su endurecimiento contra Dios era irreversible. Algo similar a lo sucedido con el faraón de Egipto durante el éxodo, cuyo endurecimiento contra Dios resistiéndose obstinadamente a dejar libres a los israelitas fue tal que, dado que ya era irreversible, Dios optó entonces por endurecerlo aún más para mostrarlo como gráfico escarmiento de lo que sucede con los que, en vida, se endurecen contra Él pasando el punto de no retorno, en lo que la Biblia designa como “el colmo del pecado”. Punto en el que el arrepentimiento ya es una imposibilidad, pues la persona se endurece a tal grado que ya nunca querrá arrepentirse, por mucha vida que todavía tenga por delante, sino que preferirá orgullosa y obstinadamente morir en su ley que vivir humildemente por la ley de Dios. Dos ejemplos gráficos para que no demos por sentada ni llevemos la paciencia de Dios hasta el límite, pues: “Así dice el Señor: «Los delitos de Damasco han llegado a su colmo; por tanto, no revocaré su castigo…” (Amos 1:3)
Colmando la paciencia de Dios
26 noviembre, 2021
2 Lectura mínima
“Dios es paciente con nosotros y lento para la ira, pero también se le agota la paciencia cuando nuestros pecados llegan a su colmo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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