La imaginación es una facultad humana invaluable que, como todo lo humano, puede ser utilizada para bien o para mal. En la niñez es un recurso lúdico legítimo y necesario para el sano desarrollo del individuo. Y en la edad adulta, atemperada por la razón y unida a la curiosidad por desentrañar los misterios del universo, es una de las fuentes más fecundas del ingenio y la creatividad del hombre en la resolución de problemas, impulsando el avance de la ciencia y sus consecuentes aplicaciones benéficas a la vida cotidiana de todas las personas mediante la tecnología. Sin embargo, con frecuencia se sale de curso y se desborda en direcciones problemáticas y destructivas, sobre todo entre personas inmaduras y temerosas que optan por fantasear para evadir y no afrontar sus responsabilidades o circunstancias inmediatas, siendo especialmente fértil a la hora de elaborar ingeniosas racionalizaciones que encubran o justifiquen nuestras culpas y errores ante los demás y nuestros pecados ante Dios, resistiéndonos así al ofrecimiento de perdón y reconciliación que Dios nos hace por medio de Cristo y llevándonos a optar por caminos alternos equivocados, terminando así al servicio de la elaboración de ídolos, al punto que, como lo dijo Fred Heeren:“Mientras la gente posea imaginativa tendrá siempre alternativas a Dios…”. Algo sobre lo cual ya nos advirtió el profeta: “El Señor me contestó: «Mentira es lo que están profetizando en mi nombre esos profetas… Lo que les están profetizando son visiones engañosas, adivinaciones vanas y delirios de su propia imaginación” (Jeremías 14:14)
Los delirios de la imaginación
5 octubre, 2021
2 Lectura mínima
“La humanidad caída usa mal su extraviada imaginación para su propio perjuicio al concebir cosas engañosas que ofenden a Dios”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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