Si bien es cierto que la esperanza cristiana tiene que ver más con la vida venidera que con la vida actual, también lo es que en la era actual una larga vida es considerada de cualquier modo en las Escrituras como una de las bendiciones temporales que Dios brinda a los suyos en este mundo. De hecho, el quinto de los mandamientos del decálogo que nos manda honrar a nuestros padres es, como lo señala el apóstol Pablo: “el primer mandamiento con promesa” (Efesios 6:2). Y la promesa para quienes honran a sus padres como corresponde es, justamente: “… para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Éxodo 20:12), a lo cual el pasaje paralelo en el libro de Deuteronomio añade: “… y te vaya bien en la tierra que te da el Señor tu Dios” (Deuteronomio 5:16). Una larga y una buena vida son, pues, bendiciones reservadas por Dios para quienes honran a sus padres como Él lo ordena. La longevidad de los patriarcas antediluvianos es proverbial, destacándose por sobre todos Matusalén con casi un milenio de edad, pero a partir de ellos la edad de los hombres fue declinando rápidamente hasta estabilizarse en unos 80 años en promedio, como lo indica Moisés: “Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan… ” (Salmo 90:10). Sea como fuere, una larga vida suele ser el producto de una vida vivida con justicia. De lo contrario no suele ser deseable ni gratificante en ningún sentido, pues: “Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia” (Proverbios 16:31)
Longevidad y justicia
27 junio, 2021
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“El valor de la longevidad no radica en los muchos años que se tienen, sino en haberlos recorrido en el camino de la justicia”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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