Ya hemos señalado como la palabra “locura” puede indicar no sólo la pérdida de la razón, sino también una genialidad inesperada que, contra todo pronóstico, es eficaz en el propósito que persigue. De ahí la ya proverbial y paradójica figura del científico loco en el que la genialidad y la locura se confunden y superponen, pues la frontera entre una y otra puede llegar a ser muy sutil y a traspasarse con facilidad, como sucede en ocasiones con estos singulares y dotados personajes. Pero es en su sentido de genialidad que el evangelio es una locura que contrasta y sobresale por encima de las más elevadas alturas de la sabiduría humana, y del cual no hay entonces que avergonzarse de ningún modo. Viene al caso recordar que cuando el teólogo R. C. Sproul se refirió a la locura que algunos historiadores atribuyen a Lutero con evidente atrevimiento y ligereza, basados en su intemperancia, sus temores y fobias, su radicalmente anormal complejo de culpa, sus presuntos delirios de grandeza, todo lo cual concurrió para llevarlo a redescubrir, a valorar y a defender la justificación solamente por la fe; concluye diciendo: “¿Era un loco Lutero? Quizás. Pero si lo era, nuestra oración es que Dios envíe a esta tierra una epidemia de tal locura, para que nosotros también podamos probar de la justicia que es por la fe solamente”. Después de todo “… Dios, en su sabio designio… tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen” (1 Corintios 1:21). Y es que, finalmente, todo esto demuestra que: “… la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana” (1 Corintios 1:18-20, 25)
Locura y genialidad del evangelio
31 enero, 2023
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“El evangelio es una locura tan genial y sublime que contrasta y sobresale por encima de la más excelsa sabiduría humana”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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