La investigación actual sobre la existencia de vida inteligente en otros lugares del universo obedece en muchos casos a una actitud de falsa modestia. Muchos concluyen que, ante el tamaño que hoy sabemos que tiene el universo, pensar que estamos solos en él, se nos antoja no sólo como un gran desperdicio de espacio, sino como una inaceptable presunción producto de un egocentrismo arrogante, inconcebible e intolerable, cuando no ignorante. Así lo expresa Neil deGrasse Tyson: “Sería el colmo del egocentrismo decir que estamos solos en el universo”. En consecuencia, los que abogan por la existencia de vida inteligente más allá de nuestro planeta, parecen personas humildes y de mente abierta que renuncian a reclamar pretensiones desmedidas para la humanidad. De hecho, las evidencias indican que no estamos solos en el universo. Dios, el creador del universo, también hace presencia en él. Nosotros somos una forma de vida inteligente, pero Él es la Vida Inteligente por excelencia. El egocentrismo aquí consiste más bien en posar de humildes y abiertos, pecando de falsa modestia y de una visión estrecha al negar obstinadamente y contra toda evidencia la presencia de Dios en el mundo y nuestra obligación de reconocerlo y honrarlo como se debe y dejar así de reclamar una pretendida y, ésta sí, egocéntrica autonomía respecto de Él que llega a ignorarlo y a eliminarlo neciamente de nuestro horizonte vital, confirmando lo ya escrito: “… «Destruiré la sabiduría de los sabios; frustraré la inteligencia de los inteligentes.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el erudito? ¿Dónde el filósofo de esta época?…” (1 Corintios 1:18-20, 25)
La vida inteligente por excelencia
1 febrero, 2023
2 Lectura mínima
“Quienes creen en vida extraterrestre inteligente se contradicen cuando se cierran a Dios, la Vida Inteligente por excelencia”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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