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Lo que el óxido ni la polilla carcomen

“La riqueza se mide no por el dinero que tenemos, sino por lo que tenemos que nunca cambiaríamos ni por todo el dinero del mundo”

En el Antiguo Testamento la prosperidad material era considerada inequívocamente como una señal de la bendición de Dios. Sin embargo en el Nuevo Testamento, como ya lo indicábamos antes, la noción de prosperidad se amplía a otras áreas más importantes que la material, en lo que podríamos llamar prosperidad “multidimensional”, adjetivo que hoy califica a cierta clase de pobreza diferente a la monetaria que mide únicamente el ingreso de las personas, y que a semejanza de ésta cubriría, entonces, no sólo ni de manera prioritaria el dinero, sino la salud y el bienestar del alma y sobre todo la condición espiritual de la persona. Así, pues, el no contar con bienes de fortuna no indicaría desaprobación por parte de Dios, pues hay otros bienes intangibles e inapreciables que no cambiaríamos ni por todo el dinero del mundo. En particular en lo que tiene que ver con la iglesia, acerca de la cual la Biblia dice: “Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos” (2 Corintios 8:9). Pasaje que da a entender que todos los creyentes en la iglesia somos ricos. Y si no todos lo somos en el aspecto material significa que la verdadera riqueza no se mide por las posesiones materiales sino por el estado espiritual y anímico de la persona y las bendiciones de las que disfruta que no se pueden cuantificar en dinero, como lo dio a entender el Señor al recomendarnos: “Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar” (Mateo 6:20)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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