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Lluvia de primavera

“La verdad no es un concepto sino una persona: Cristo, a quien no conocemos mediante el mero estudio, sino mediante el trato mutuo”

Cristo hizo una declaración revolucionaria cuando dijo: “Yo soy… la verdad” (Juan 14:6), pues la idea en boga durante su tiempo es la que ha dominado desde entonces en Occidente. Esto es, que la verdad es un asunto de filósofos y científicos y se trata, por tanto, de un concepto muy elevado que hay que llegar a descubrir, propósito en el cual los únicos que pueden llegar a conocerla son sólo los hombres ilustrados y especialmente dotados intelectualmente. Pero lo cierto es que la pregunta por la verdad, a pesar de ser intensamente debatida por los filósofos griegos, no había obtenido una respuesta satisfactoria ni accesible al común de la gente. Con su declaración Cristo desmintió la creencia de que la verdad se descubre después de una ardua y calificada dedicación, sino que más bien la verdad se revela a sí misma. E hizo además algo que ningún filósofo ha podido hacer. Dio una respuesta concreta y categórica a la pregunta por la verdad y la colocó al alcance de todos los hombres. La verdad no es, pues, un concepto difícil y limitado a unos pocos, sino una persona, Jesucristo, que como tal y en virtud de su resurrección y actual condición, sentado a la derecha del Padre, puede ser invocado y conocido por todos los hombres sin excepción que acudan a Él con humildad, arrepentimiento y fe, con la promesa de Su parte de que, ciertamente, se manifestará a nosotros. Por eso: “Conozcamos al Señor; vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, él habrá de manifestarse; vendrá a nosotros como… la lluvia de primavera que riega la tierra” (Oseas 6:3)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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