La subjetividad es algo de lo cual la vida humana no puede ser despojada en la medida en que las personas somos sujetos y no meros objetos inertes, o vivientes pero irracionales, como los animales, que se limitan a la objetivad de ser lo que son y como son, condicionados por completo por su entorno y sin poder modificarlo en ninguna dirección. La ciencia ha puesto en un pedestal a la objetividad en su loable y necesaria pretensión de brindarle universal validez a todos sus hallazgos, pero la búsqueda de la objetividad absoluta es no sólo una utopía para la raza humana por las razones ya expuestas, sino que, de lograrse, implicaría una pérdida y no una ganancia para la condición humana, enriquecida notoriamente por la subjetividad que le otorga tantos matices particulares a sus aspectos objetivos. Es cierto que dejar de lado la objetividad nos arroja al subjetivismo de quienes piensan, en contra de la experiencia y la lógica más elemental, que existen tantas verdades diferentes como personas hay en el mundo. Pero eso no significa que verdad sea un sinónimo de objetividad, pues las experiencias subjetivas, a pesar de no poder ser demostradas con el rigor y objetividad casi indiscutible de la ciencia, pueden ser no obstante tan veraces o más que lo establecido por la ciencia. Y entre todas ellas, la más segura y veraz experiencia subjetiva que podemos alcanzar es la que nos brinda en nuestro interior el Espíritu de Dios cuando nos rendimos dóciles a Él, puesto que: “… Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios” (1 Corintios 2:10)
Las profundidades de Dios
6 febrero, 2023
2 Lectura mínima
“La revelación del Espíritu no se puede probar objetivamente, pero se puede experimentar subjetivamente en nuestro trato con Él”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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