Dios, como nuestro Creador que es, conoce mejor que nadie la naturaleza humana y sabe cómo tratar con ella para obtener toda nuestra atención y voluntaria y convencida rendición a Él, junto con el consecuente compromiso y fidelidad a Él que acompaña siempre a la fe. Nuestra naturaleza está hecha, pues, para avanzar y alcanzar la madurez de carácter por medio de lo que experimentamos en carne propia, y de manera especial, a través de las dificultades, luchas y aflicciones que se nos presenten a lo largo de nuestras vidas, que por dolorosas e indeseables que puedan ser, si se enfocan constructivamente traen siempre un beneficio que harán que hayan valido la pena. A esto se refieren con claridad inconfundible las Escrituras cuando afirman: “Así que nos regocijamos… en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza” (Romanos 5:2-4), ratificado a su vez en la epístola de Santiago: “… considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada” (Santiago 1:2-5). Se entiende, entonces, por qué siempre estamos más sensibles a la voz de Dios y más dispuestos a escucharla con docilidad en los desiertos de la vida que en cualquier otra circunstancia, como Él mismo lo revela: “»Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura”(Oseas 2:14)
La voz de Dios en el desierto
14 noviembre, 2021
2 Lectura mínima
“Dios nos conoce tan bien que sabe que estamos mucho más dispuestos a oírlo en los desiertos de la vida que cuando todo anda bien”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Estoy casado con Deisy y tengo dos hijos: Mateo y María José. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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