Decía C. S. Lewis que Dios nos susurra en nuestras prosperidades, pero nos grita en el sufrimiento, concluyendo que el sufrimiento es, entonces, el altavoz de Dios. De manera similar, en los momentos de gloria, éxito y prosperidad que el mundo nos depara, son muchas las voces que tenemos que escuchar, un buen número de ellas aduladoras e insinceras que nos dicen lo que queremos oír, pero no lo que necesitamos escuchar. Esto último procede siempre de Dios, pero lo que sucede es que, en medio de todo este ruido y cacofonía de voces, la voz de Dios, cuando logramos escucharla, se convierte en una más entre otras, que no queremos, tal vez, o no logramos siquiera identificar, distinguir y comprender; para darle la consideración que ella merece por encima de todas las demás en el propósito de decirnos lo que en realidad necesitamos oír en esos momentos en que corremos siempre el peligro de que el éxito se nos suba a la cabeza y se convierta así en un muy mal consejero. Por eso Dios, que no cede en su empeño de que lo escuchemos para nuestro propio bien, se sirve más bien de los momentos de dificultad, fracaso y soledad en los que el mundo nos retira sus engañosos favores y las falsas e interesadas amistades nos abandonan y nos niegan sus hipócritas halagos; para hablarnos al corazón con amor y firmeza, de modo que entremos en razón, enderecemos el rumbo y corrijamos lo deficiente en nuestras vidas, como lo revela a través del profeta: “»Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura” (Oseas 2:14)
La conveniencia del desierto
13 noviembre, 2021
2 Lectura mínima
“La voz de Dios se escucha con mucha mayor facilidad en la soledad del desierto que en nuestros momentos de gloria en el mundo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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