William Lane Craig afirmaba que: “Es posible que para crear esa determinada cantidad de personas que se salven voluntariamente, Dios también haya tenido que crear el mismo número de personas que elijan perderse”. Y es que, como lo sostenía Leibniz, con todo y la presencia del mal y el pecado en él, éste es no obstante y por lo pronto “el mejor de los mundos posibles”. En efecto, nadie que lo haya pensado bien discutiría que el albedrío o la capacidad de elegir por nosotros mismos debería formar parte de “el mejor de los mundos posibles”. Y esto nos conduce a que, en último término y sin perjuicio de la determinante participación de Dios en el proceso, tanto quienes se salvan como quienes se condenan lo hacen porque así lo quisieron. Por eso la pregunta que muchos se formulan en el sentido de por qué, si Dios todo lo sabe, no creó únicamente a quienes finalmente se salvarían omitiendo a quienes se condenarían; carece de fundamento, pues desde el punto de vista de la lógica más elemental, para que una decisión sea realmente consciente y voluntaria, debe existir la posibilidad de tomarla en uno u otro sentido, por lo que siempre debe haber algunos que la toman en un sentido mientras que otros lo hacen en el otro. Y desde el punto de vista de la Biblia, en ella se nos revela que esto es necesario para establecer los contrastes que nos lleven a adquirir consciencia de la misericordia que Dios nos ha concedido a quienes hemos rendido nuestra vida a Cristo, pues: “Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre!” (Proverbios 16:4)
La utilidad del malvado
25 junio, 2021
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“Nadie se encuentra por fuera de los propósitos de Dios, pues hasta los malvados empedernidos cumplen un propósito en Sus planes”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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