La irascibilidad es una fuente permanente de todo tipo de conflictos crecientes que llegan con facilidad a escalar hasta dimensiones inimaginadas en comparación con su causa inicial, alimentando ciclos interminables de venganzas y contra venganzas que, como bola de nieve, crecen hasta alcanzar lamentables e irreversibles efectos destructivos. Tal vez por eso alguien dijera que un acto de venganza abre un capítulo nuevo, mientras que un acto de perdón cierra el capítulo. Los cristianos debemos ser personas expertas en conciliación, dado que hemos recibido en Cristo de manera gratuita e inmerecida el perdón y la reconciliación con Dios y se nos ha encargado a su vez el ministerio de la reconciliación que nos obliga a promoverla dondequiera que se necesite. Pero en este propósito la mejor manera de hacerlo siempre que sea posible es detener este tipo de ciclos antes de que siquiera se inicien, pues ese es el momento en que se puede hacer con mayor facilidad sin tener que afrontar sus indeseables efectos, resolviendo y sanando las heridas y ofensas que se presentan en estos casos. El dominio propio, la amabilidad y la tolerancia son los mejores recursos, ya no solamente para resolver conflictos, sino para evitar que se presenten de modo que podamos incluso aprender a debatir nuestras diferencias con respeto y consideración hacia nuestra contraparte y sin echar leña al fuego de manera innecesaria e inconveniente, sino atendiendo más bien la recomendación bíblica: “La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego” (Proverbios 15:1)
La respuesta amable
24 junio, 2021
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“Un buen número de conflictos se evitarían si rompiéramos el ciclo de agresiones y hostilidades antes de que siquiera se inicie”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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