Mirar al pasado no es algo conveniente en el evangelio cuando responde al intento de aferrarse a lo que se ha dejado atrás, pero no cuando se trata de hacer los cierres del caso en cada uno de los ciclos propios de la vida humana. De hecho, al cristiano se le impone recordar el pasado con sus lecciones, no con nostalgia, sino con respeto, humildad, y una mentalidad pragmática y responsable que se proyecte al futuro con optimismo, esperanza y compromiso. No podemos ignorar ni olvidar nuestras raíces, pues éstas nos configuran de un modo u otro, para bien y para mal. Dios considera oportuno recordárnoslo, para que no olvidemos de donde nos sacó. Es, pues, importante conocer la historia. Pero más allá del provecho que nos brinda el conocimiento de la historia sagrada o la historia universal, debemos tener claros los sucesos de nuestra propia historia personal y el trato de Dios con nosotros a lo largo de ella, porque así como en la historia universal existe un a.C. (antes de Cristo) y un d.C. (después de Cristo) que cambia completamente su orientación; en la historia personal de cada creyente también existe,-con todo y haber nacido ya en la era cristiana−, un a.c. (antes de la conversión) y un d.c. (después de la conversión), de modo que todos los acontecimientos fragmentarios, penosos, incoherentes y sin sentido aparente que vivimos a.c. adquieren sentido, coherencia, ilación y propósito cuando los recordamos y evaluamos d.c., a la luz de la revelación del evangelio. Por eso: “… Miren la roca de la que fueron tallados, la cantera de la que fueron extraídos” (Isaías 51:1)
La roca de la que fuimos tallados
11 septiembre, 2021
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“Es cierto que en el evangelio no se debe mirar al pasado con nostalgia pero sí con gratitud para recordar de dónde nos sacó Dios”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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