Las llamadas “bienaventuranzas” es una de las porciones más conocidas, excelsas, esperanzadoras y consoladoras del evangelio en el sermón del monte pronunciado por nuestro Señor Jesucristo: “«Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión. Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece…” (Mateo 5:3-12). Sin embargo, el cumplimiento de estas promesas divinas, si bien puede en ocasiones verificarse hasta cierto punto y de manera muy imperfecta en este tiempo entre quienes reúnen las condiciones para beneficiarse de ellas; únicamente tendrán su cumplimiento pleno y perfecto cuando Cristo regrese a establecer su reino en la Tierra. Un reino al que sólo tendrán acceso los pobres en espíritu de quienes habla la primera bienaventuranza. Los mismos a quienes ya se había referido el rey David en la bienaventuranza más fundamental de todas, citada también por el apóstol Pablo y la que se accede en el evangelio mediante el arrepentimiento y la fe: “«¡Dichosos aquellos a quienes se les perdonan las transgresiones y se les cubren los pecados!¡Dichoso aquel cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta!»” (Romanos 4:7-8)
La puerta de acceso a todas las dichas
6 enero, 2022
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“La dicha del perdón que obtenemos mediante el arrepentimiento y la fe es la puerta de acceso a las demás dichas”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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