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Segmentos

La ondulante vida cristiana

“El justo y el malvado se distinguen no en que el justo no cae y el malvado sí, sino en que el justo se levanta siempre de nuevo”

Decía C. S. Lewis que, por lo pronto y en las actuales condiciones de la existencia lo más que los cristianos podemos acercarnos a la perseverancia es la ondulación; es decir, el reiterado retorno a un nivel del que repetidamente volvemos a caer, una serie de cimas (con “c”) y simas (con “s”). Ningún cristiano es, pues, absolutamente consecuente y consistente en su conducta todo el tiempo, pues al querer perseverar en la fe y cuando pensamos estarlo logrando podemos descubrirnos lastimosamente enredados una vez más en los afanes de este mundo y en las vanidades de la vida en un vergonzoso ciclo de altos y bajos de nunca acabar. Pero los grandes hombres de fe siempre han sabido que lo más que los cristianos podemos acercarnos a la perseverancia es la ondulación. Y esto es así aún en sus mejores exponentes a lo largo de la historia, cuyas ondulaciones en la vida cristiana tal vez sean leves y difícilmente perceptibles y no tan acentuadas y contrastantes como se pueden apreciar en otros creyentes no tan destacados y ejemplares; pero son ondulaciones que de cualquier manera afectan a todos los cristianos en mayor o menor grado, pues hasta la segunda venida de Cristo la condición redimida de los creyentes sigue siendo imperfecta de un modo u otro, razón por la cual las caídas –ojalá leves y no graves− son inevitables, pero nunca definitivas, como sí suele suceder con el no creyente, según lo declaró con precisión el inspirado rey Salomón al afirmar: “porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia” (Proverbios 24:16)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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