Cierta empleada de una librería se divertía viendo las combinaciones de libros que hacían los clientes. Una de las que más la divirtió fue la ocasión en que llegó a la caja una mujer con dos libros. Uno se titulaba Conversaciones con Dios, el otro, Cómo salir airoso de cualquier discusión. Pero dejando de lado su aspecto gracioso; el ser humano tiene con frecuencia la tendencia arraigada a manifestar una actitud contradictoria, que consiste en el hecho de experimentar al mismo tiempo el deseo sincero de relacionarse con Dios, pretendiendo a su vez que esta relación se dé en nuestros términos, sin que tengamos que asumir ningún costo para nuestro ego. Porque lo cierto es que el encuentro con un Dios santo por parte de seres humanos pecadores siempre implicará, en mayor o menor grado, una crisis para nuestro ego. Y es que Dios nunca rebaja sus normas para acomodarlas a nuestros requerimientos y la única forma de poder triunfar cuando discutimos con Él es rindiéndonos a Él. El patriarca Job tuvo esto siempre claro en medio de su severa prueba, pues a pesar de todos los cuestionamientos que le formuló a Dios, afirmó al mismo tiempo de manera sentenciosa y final: “… ¿cómo puede un mortal justificarse ante Dios?… ¿Quién puede desafiarlo y salir bien librado?” (Job 9:2-4). Y el apóstol Pablo lo reitera con mayor fuerza al dirigirse a todos nosotros con estas contundentes, gráficas y terminantes preguntas retóricas como respuesta a quienes cuestionaban las actuaciones de Dios: “Respondo: ¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? «¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: ‘¿Por qué me hiciste así?’»” (Romanos 9:20)
La olla contendiendo con el que la hizo
26 diciembre, 2022
2 Lectura mínima
“Cuando oramos y conversamos con Dios debemos hacerlo renunciando a nuestro deseo natural de salir ganadores de las discusiones”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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