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La ira de Dios

“Sólo hay dos finales: la ira de Dios sobre los que lo rechazaron o la redención final para quienes se rindieron a Él”

En la Biblia sólo existen dos posibles destinos finales para todos los hombres: la condenación o la salvación eternas. Los lugares o estados intermedios indefinidos como el purgatorio o el limbo no tienen respaldo bíblico, sino que son una invención surgida en la tardía tradición de la iglesia de Roma. Más allá de esto, lo cierto es que a la sombra de la declaración bíblica más conocida y acogida por todos actualmente que afirma que “Dios es amor” (1 Juan 4:8), muchos han llegado a creer que al final todos se salvaran, pues consideran que la ira divina por la cual los pecadores irredentos e impenitentes serán condenados es incompatible con el amor de Dios por los hombres. Pero la ira de Dios es, también, una verdad ineludible, pues es la alternativa por la que optan aquellos que rechazan de manera reiterada la misericordia divina otorgada por Dios en Cristo y prefieren acogerse de forma temeraria a su justicia, sin reparar en que, en estricta justicia, todos los hombres merecemos la condenación. Por eso los episodios de juicios y ejecuciones sumarias llevadas a cabo por Dios y narrados en la Biblia no son manifestaciones de brutalidad por parte de un Dios carente de amor, sino gráficos precedentes que nos recuerdan que no podemos dar por sentada la misericordia como si esta fuera una obligación que el amor le impone a Dios, sino que antes que nada Él es justo y considera oportuno recordárnoslo de cuando en cuando, pues: “La ardiente ira del Señor no pasará hasta que haya realizado del todo los propósitos de su corazón. Todo esto lo comprenderán ustedes al final de los tiempos…” (Jeremías 30:24)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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