Una de las tendencias más perniciosas de nuestra naturaleza caída es no protestar ni tratar de aliviar las injusticias cometidas contra nuestro prójimo para “evitar problemas”, cuando nuestra conciencia nos indica que deberíamos hacerlo, así nos traiga problemas. Si bien Israel se había hecho merecedor de su suerte, eso no justificaba que el pueblo vecino de Edom observara impasible y hasta complacido, sin hacer nada al respecto y sacando provecho de ello, cómo eran masacrados por el imperio babilónico, sin brindarle ayuda de ningún tipo, hasta que el juicio divino también los alcanzó, en gran medida por su indolente insolidaridad, cayendo derrotados por el mismo enemigo ante el cual habían hecho la vista gorda, creyendo que el mal acontecido a los israelitas no los alcanzaría a ellos. Pero al anunciarles que ellos también lo sufrirían, Dios les hizo saber que: “En el día que te mantuviste aparte, en el día que extranjeros llevaron su ejército cautivo, cuando extraños entraron por su puerta y sobre Jerusalén echaron suerte, tú eras como uno de ellos” (Abdías 1:11). Situación que nos recuerda la confesión hecha por el teólogo alemán Martin Niemoller: “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista, Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”
La injusticia que se vuelve en contra
3 diciembre, 2021
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“Con frecuencia las injusticias que otros cometen con nosotros no son muy diferentes a las que nosotros hemos cometido con otros”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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