Decía Charles Colson que: “Cuando uno tiene que hacer continuos esfuerzos para no enterarse de lo que está sucediendo a su alrededor se mete en graves problemas… A partir del momento en que uno dice: ‘No me digas nada. No quiero saberlo’, está liquidado”. Y es que no es posible mantener la conciencia limpia pretendiendo no saber lo que se sospecha y en el fondo ya se sabe, utilizando esta presunta ignorancia como un tecnicismo a manera de “as bajo la manga” para tratar de eludir infructuosamente nuestra responsabilidad a la hora de rendir cuentas. En primer lugar, porque en la Biblia y los tribunales humanos la ignorancia inadvertida, de buena fe, no nos exime de culpa, sino tan sólo la atenúa. Y en segundo lugar, porque la ignorancia consentida, de mala fe, no sirve ni siquiera de atenuante. Por lo menos, no delante de Dios, a quien no podemos enredar con tecnicismos. Omitir información que podríamos y deberíamos conocer antes de tomar decisiones y comprometernos, es incurrir en el pecado de omisión de una manera tan infantil como el niño que tapa sus oídos ante sus compañeros de juego que lo interpelan, mientras repite hasta la saciedad el estribillo: “soy de palo, no oigo nada”. Al fin y al cabo, el Señor confronta a su pueblo con información tan obvia que debería ser conocida por todos, dejando sin excusa a quienes intentan justificarse diciendo “yo no sabía”, cuando en realidad sí lo sabían con suficiencia: “… ¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra…” (Isaías 40:21, 26-28)
La ignorancia consentida
31 agosto, 2021
2 Lectura mínima
“Omitir información que podríamos y deberíamos conocer antes de decidir es incurrir conscientemente en el pecado de omisión”
También te puede interesar
Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
Deja tu comentario