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La erudición y la adoración

“Igual que el profeta, gracias a su conocimiento el erudito puede llegar a ser un adorador más convencido, reflexivo y agradecido”

Decía Copérnico que: “Conocer… comprender… apreciar… debe ser un modo aceptable y agradable de adorar al Altísimo… la ignorancia no puede ser más agradecida que el conocimiento”. Y es que, si bien es cierto que la fe implica siempre aceptar que hay asuntos que no podemos conocer, comprender y, por lo mismo, apreciar a cabalidad; no por eso requiere necesariamente resignarnos a no conocer, comprender y apreciar cada vez con mayor profundidad y suficiencia aquellas cosas que Dios se complace en revelarnos, para nuestro deleite y provecho. De hecho, es más fácil cultivar la gratitud hacia Dios cuando podemos enumerar, de manera creciente y consciente, verdades relacionadas con Él que hemos aprendido y llegado a conocer, comprender y apreciar; que estar agradecidos por cuestiones que nunca hemos llegado a conocer ni a comprender de ningún modo. La erudición no es, pues, en sí misma censurable o condenable desde la óptica cristiana, sino únicamente cuando da lugar a una actitud envanecida por parte del erudito de turno, que es la tentación por excelencia de los eruditos en cualquier campo del saber. Pero hecha esta salvedad, el erudito, a semejanza del profeta Daniel, reconocido por tener: “… una mente aguda, amplios conocimientos, e inteligencia y capacidad para interpretar sueños, explicar misterios y resolver problemas difíciles…” (Daniel 5:12), puede llegar a ser, en virtud de su erudición y sacando ventaja de ella, un adorador más convencido, reflexivo y agradecido con Dios que el creyente que carece de su conocimiento.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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