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La equivocación de Lenin

“Por grande que sea, no existe fuerza ni poder en el mundo que pueda generar en nuestro corazón la convicción que da el Espíritu”

Con el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en 1917, Lenin declaró de manera desafiante: “La electricidad reemplazará a Dios”, indicando con ello el carácter oficialmente ateo del comunismo marxista que dominaría desde entonces en la Unión Soviética constituida a su sombra, antes de su colapso y disolución en 1991. Pero en una muy poco conocida y temprana confesión, Lenin reconoció su equivocación al impugnar de forma tan altiva a Dios, después de ver los resultados que trajo la implementación de su sistema político: “Cometí una equivocación. No había duda de que se debía liberar a una multitud oprimida. Pero nuestro método sólo provocó más opresión y masacres atroces. Mi pesadilla viva es encontrarme perdido en un océano enrojecido con la sangre de innumerables víctimas. Ahora es demasiado tarde para alterar el pasado, pero lo que se necesitaba para salvar a Rusia eran diez Franciscos de Asis”. El Reto de Dios puntualizaba al respecto que: “Juzgar al marxismo sólo por su componente ateo es superficialidad inaceptable en los tiempos actuales; despojado de su dogmatismo antiespiritual, este sistema deja… lecciones valiosas…  Lo que… preconizó sobre ‘el nuevo hombre’ y ‘la nueva sociedad’… no se halla lejos de la doctrina cristiana de la regeneración. Sólo que tal novedad de vida no es obra del estado, como Marx lo pretendió, sino del Espíritu Santo, como Jesús lo reveló”. En la Unión Soviética quedó así demostrado lo declarado por el profeta: “…»“No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu ꟷdice el Señor Todopoderosoꟷ” (Zacarías 4:6)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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