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La doble ciudadanía del creyente

“El cristiano tiene doble ciudadanía. Y aunque la celestial tiene prioridad, debe también ejercer la terrenal con responsabilidad”

Ya hemos señalado la condición de peregrino y extranjero que el creyente en Cristo ostenta en este mundo, así como la ciudadanía celestial que la fe le confiere. Sin embargo, esta ciudadanía no debe generar en el creyente un menosprecio de su ciudadanía terrenal que le lleve a desentenderse de algún modo de ella, a la manera de sectas como los Testigos de Jehová que piensan, entonces, que su lealtad debe ser dirigida de manera exclusiva al reino de Dios, que al no ser de este mundo −según lo dijo el Señor Jesucristo en Juan 18:36− se concluye entonces, de forma equivocada, que debe por fuerza oponerse al ejercicio de la ciudadanía terrenal y sus responsabilidades características, convirtiendo así a todo orden político terrenal en la resistencia satánica al reino de Dios. Las consecuencias prácticas de esta creencia en estas sectas son la negativa a saludar la bandera, a jurar lealtad a la patria o a luchar por ella en una censurable actitud antipatriótica. Si bien es cierto que los intereses del reino de los cielos deben tener prioridad sobre los terrenales, también lo es que ambos no se oponen de manera absoluta de modo que lleguen a ser mutuamente excluyentes. Por el contrario, un sano ejercicio de la ciudadanía celestial pone sobre nuestros hombros el deber de ejercer de manera ejemplar aquí en la Tierra nuestra ciudadanía terrenal, como los judíos fueron exhortados a hacerlo en su momento: “Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad.»” (Jeremías 29:7)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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