Todos los seres humanos en general, pero con especialidad los creyentes, venimos a este mundo con algún propósito particular establecido de antemano que encaje de manera armónica dentro de los bondadosos planes de Dios para el género humano y el universo entero por Él creado. Propósito que podemos en gran medida descubrir, identificar y acoger voluntariamente trabajando con Dios en él de manera consciente y sincronizada, si rendimos nuestra vida a Cristo en el acto de la conversión y nos consagramos al estudio y conocimiento de Su Palabra revelada en la Biblia. Pero este propósito obedece a un plan muy amplio y flexible diseñado para cada uno de nosotros y no a un libreto rígido y estrecho, sin posibilidad de improvisación. Un plan que, además, no tenemos necesariamente que seguir, sino al cual podemos resistirnos en ejercicio del llamado “libre albedrío” con el que Dios nos ha dotado. Resistencia necia que podemos ofrecerle a lo largo de toda nuestra vida incluso, convirtiéndonos en las notas disonantes en la melodía que, no obstante, no podrán echar nunca a perder de manera definitiva el resultado y la belleza final de la sinfonía compuesta por Dios para la historia humana. Por eso, para no pasar sin pena ni gloria por este mundo, lo mejor es alinearnos dócil y voluntariamente con los planes de Dios para nuestra vida, con la segura promesa de Su parte en cuanto a que: “… yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes –afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11)
El plan de Dios para nuestra vida
11 octubre, 2021
2 Lectura mínima
“Es tranquilizador y consolador saber que los mejores planes de Dios están reservados para quienes forman parte de su pueblo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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