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Jugando a los dados

“En la vida hay que arriesgar y jugar a los dados, pero con la seguridad de que al final los dados están cargados a favor nuestro”

Muchos cristianos poco ilustrados consideran los juegos de azar como algo pecaminoso por sí mismo, como si estos formaran parte de las supersticiones paganas y ocultistas condenadas abiertamente y sin matiz alguno en la Biblia. Pero los juegos de azar son simplemente jugar con las probabilidades matemáticas y nada más y sólo se convierten en algo condenable cuando llegan a dominar nuestras vidas, como cuando alguien sucumbe al juego y las apuestas, caso en el cual se le considera una adicción pecaminosa comparable a la adicción a las drogas, al alcohol o al sexo y contraria, por tanto, a la ética cristiana. Pero más allá de esto, todo cristiano debe, en sentido figurado, “apostar” o “jugar a los dados” todos los días en la medida en que todos los días tenemos que tomar decisiones cuyos resultados deseados no podemos garantizar, pero de los cuales debemos, de cualquier modo, responsabilizarnos ante Dios y ante los demás, confiando en que si las tomamos con arreglo a los mandamientos divinos, no tendrán en nuestras vidas un efecto indeseable. La fe misma es una apuesta. La más importante apuesta de la vida humana, como nos lo hizo presente el gran pensador, filósofo y científico cristiano Blas Pascal al caracterizar la fe como una apuesta o, de manera más cercana, el filósofo danés Sören Kierkegaard al hablar del “salto de la fe”. Un salto que siempre debe darse sin todas las garantías de seguridad absoluta con las que nos gustaría contar, pero con la tranquilidad final de que: “Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto proviene del Señor” (Proverbios 16:33)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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