Incluso un ateo como el alemán Ludwig Feuerbach tuvo que reconocer que el ser humano es en esencia un ser religioso. Pero al no poder negar la condición esencialmente religiosa del ser humano, optó entonces por sostener que Dios es sólo una idea creada por nosotros en la que nos proyectamos a nosotros mismos y que, por tanto, el verdadero dios es el ser humano. Así, pues, si la Biblia dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, Feuerbach termina diciendo que fue el hombre quien creó a Dios a la suya propia. Y si lo pensamos bien, la idolatría es, en efecto, la adoración que el hombre rinde a dioses creados por él mismo, a su imagen y semejanza. Así, pues, nuestra disyuntiva no es adorar o no adorar, ser religiosos o no serlo; sino a quién o qué vamos a adorar, pues no podemos sustraernos a este impulso, ya sea que seamos o no conscientes de él. Y esto reduce las opciones a dos solamente: adoramos al Dios verdadero o adoramos a los ídolos o dioses falsos. El problema es que hoy por hoy los ídolos asumen formas mucho más ingeniosas y veladas que las de ayer, para lograr así cautivar al hombre moderno, tan autosuficiente y pagado de sí mismo y que dice no creer en nada más que en la cultura, la ciencia y la razón, que al final terminan siendo los mismos viejos ídolos con nuevas formas y nada más: “Pero sus ídolos son… producto de manos humanas… no pueden hablar… no pueden ver… no pueden oír… no pueden oler… no pueden palpar… no pueden andar… Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos” (Salmo 115:4-8)
Ídolos a nuestra imagen y semejanza
18 mayo, 2021
2 Lectura mínima
“Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, pero luego los seres humanos crean ídolos a su propia imagen y semejanza”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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