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Amando y temiendo a Dios Padre

“Hay que amar y temer a Dios, pues el amor es el estímulo para obedecerlo y el temor es el disuasivo para no dejar de hacerlo”

Decía John Henry Newman que: “El temor y el amor deben siempre ir juntos; temed siempre, amad siempre, hasta el día de vuestra muerte”. Y es que amar y temer simultáneamente a Dios son, ambos, mandatos bíblicos que los creyentes no podemos pasar por alto, pues el amor es la mejor motivación para obedecer a Dios de buen grado, pero cuando éste no es suficiente, el temor de Dios es el mejor disuasivo contra la tentación de desobedecerlo en cualquier circunstancia. Así, el temor puede ser a la larga una demostración de amor, del mismo modo en que un hijo que ama a su padre le demuestra este amor con su obediencia y, ante la eventualidad de llegar a desobedecerlo, teme hacerlo al considerar las consecuencias, entre las que se halla el temor de deshonrar a su padre con sus acciones. Consideración que fortalece de manera decisiva su en principio vacilante resolución de obedecer. El temor de lastimar, ofender, traicionar o deshonrar con nuestras acciones a aquellos a quienes amamos y a su vez nos aman, es una constante en la psicología humana y puede ser uno de los más poderosos disuasivos que refuerzan la voluntad de no incurrir en conductas pecaminosas y cuestionables. Por eso el amor y el temor deben ir juntos. Y de hecho, si el amor es auténtico, van siempre juntos de manera natural. La conjunción de amor y temor en pos de un mismo objetivo es algo propio de nuestra condición humana y nos conduce a que quienes tememos a Dios proclamemos también su amor: “Que proclamen los que temen al Señor: «Su gran amor perdura para siempre.»” (Salmo 118:4)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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